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FIN Y PRINCIPIO

FIN Y PRINCIPIO

Ayer mismo concluyó una de las aventuras más enriquecedoras de las que ha vivido este artesano de la imagen que os escribe.
Tras un año de trabajo constante por fin se celebró el último acto de una historia que nos ha tenido espectantes a todos los que hemos participado en el rodaje de este documental.
Miguel Ángel, protagonista de todo esto, tomaba la alternativa como boxeador profesional en la sede de la federación madrileña de boxeo que se encuentra en los bajos del estadio del Rayo Vallecano.
No es este el lugar ni el momento para desvelar el resultado de su combate, para ello tendréis que esperar al estreno del documental donde podréis verlo a todo color. Baste decir que ayer todos recibimos una descarga de adrenalina y de emoción que no podíamos imaginar apenas unas horas antes, y es que la realidad siempre nos reserva experiencias que ni sospechamos cuando le da por escribir su propio guión, en definitiva eso es el documental, una historia cuyo guión está escrito por la vida.
Me gustaría desde aquí mostrar mi agradecimiento a todos los que han participado en el rodaje ya que sin su ayuda no estaría hablando de todo esto.
Muchas veces pienso que lo verdaderamente gratificante de trabajar en este mundo de la imagen es la cantidad de amigos que haces en cada proyecto, las aventuras que vives y las emociones que siempre quedarán unidas a cada rodaje por caótico y estresante que sea.
En efecto, esta crónica que os escribo es un reconocimiento a todo esto, es la constatación del final de una aventura y a la vez es el inicio de otra: La edición y post producción de unas treinta horas de material que tienen que cobrar vida en la sala de edición, todo un desafío.
No puedo disimular mi emoción ante todo esto, mi sensación de gratitud por haber conocido a gente como Miguel Ángel, Jero, Irene, Fede y tantos otros amantes del noble arte del boxeo que nos han ayudado con verdadera pasión. Tampoco puedo disimular mi felicidad al haber trabajado una vez más con colaboradores como Publio (como no), Illia, Boris, Gonzalo (all the time), Sara (mucho más que una compañera, ella lo sabe), Josep (no podía faltar) y tantos otros que no nombro por no hacer la lista interminable.
Espectador que te asomas a esta pantalla libre, hoy es un día de resaca de las emociones vividas, perdona si esta crónica es un poco sensiblera, no es mi intención pero uno tiene su corazoncito y hay cosas que no se pueden disimular…
Ahora empieza una nueva aventura, aún queda mucho por contar, sigue atento a esta pantalla y comprobarás que la maquina de las imágenes no descansa nunca.


LLEGA EL TÍO OSCAR

LLEGA EL TÍO OSCAR

Pues si amigos de la imagen, en unas horas llegará una nueva edición de esta fiesta en la que las estrellas lucirán sus caros vestidos y ejercitarán sus mejores sonrisas para las cámaras de la prensa de todo el mundo.
Qué puede pensar un simple realizador artesanal ante semejante parafernalia mediática….
Lo cierto es que la visión de tanto lujo, tanto foco y tanto circo parece tragarse la verdadera finalidad del acto, el cine y su reconocimiento.
También me planteo como es posible premiar la calidad artística de una película, que es lo que debería prevalecer, sus valores éticos, su calidad técnica, su cantidad de recaudación, su pasión o simplemente el prestigio de sus autores. Esta es una cuestión eterna y de difícil respuesta, a veces fantaseo con la posibilidad de que me corresponda la oportunidad de ser juez en algún certamen cinematográfico (cosa que tarde o temprano acabará pasando, aunque solo sea por la proliferación de los mismos).
Una vez puesto en esa tesitura se me ocurre pensar cuales son los criterios que seguiría para premiar una película e inevitablemente pienso en lo que es para mi la película ideal:
Me imagino sentado en la butaca de un cine, esta butaca, al poco de iniciar la proyección, se convertiría al instante en una canoa botada en la parte alta de un caudaloso río, dicho río me llevaría durante un tiempo indeterminado hacia el remanso donde desembocaría en un tranquilo lago llegando así a su fin. Tras ello, las luces del la sala se encenderían de nuevo y yo regresaría a mi realidad cotidiana. Si este milagro se produce (y por fortuna se ha producido con un buen puñado de películas), poco me importaría el tipo de historia, el nombre del director o los actores, el número de espectadores que la hubiesen visto, el año de producción, la lengua o el país del que procediera o el formato en el que se hubiera filmado.
Claro que todo esto de lo que os hablo está en el terreno de lo ideal, por desgracia, todos los criterios que yo descartaría para juzgar un film son los que los jueces de la academia americana van a tener mas presente, y, de entre todos ellos, el más presente será el de la recaudación de la película, el cine americano antes que cualquier otra cosa es una industria, hasta el punto de que si tus películas son taquilleras puedes asegurarte de que tendrás una carrera larga en Hollywood, si no es así no pierdas tiempo en visitar la Meca del cine.
Como decía el clásico español: “Todo necio confunde valor con precio”, hoy más que nunca el valor de una película se mide en dólares y hoy más que nunca se agranda la brecha entre el cine comercial y el independiente. Y es que lo artístico no es más que un reflejo de lo social, si en lo social hay cada vez más abismos, en lo artístico es de esperar que suceda lo mismo.
En fin, espectador que te asomas a esta pantalla libre, solo deseo que, aunque sea por casualidad, alguna de las películas premiadas consiga el milagro de trasportarnos de nuestra butaca y nos haga soñar con otras realidades. Para mi ese es el deber principal del cine, hacernos soñar, lo que significa una función social importantísima, tanto como la más honesta de las ongs que lucha por los derechos de los desfavorecidos. Cualquiera con un mínimo de sensibilidad es consciente de esta importante faceta social del cine, pues solo los soñadores ven la realidad con sus múltiples caras. Espero que en Hollywood alguien esté al tanto de ello y obre en consecuencia dentro de unas horas, ya lo veremos…

CINE Y TECNOLOGÍA

CINE Y TECNOLOGÍA

Hace tiempo que no proyectaba nada en esta pantalla libre. Os cuento, tras un nuevo e inesperado retraso en la finalización del rodaje de mi documental, me he dedicado a terminar la renovación de mi equipo. Un nuevo ordenador hará la función de las viejas moviólas que hoy mueren agonizantes y cubiertas de polvo en almacenes olvidados.

Cuándo uno se lanza a la vorágine consumista (aunque sea por razones justificadas) es paradójico comprobar como se va cayendo en los pormenores técnicos de cada aparato que se compra, cómo se ve inmerso en una jerga técnica que simula comprender y cómo, de un modo casi mágico, uno piensa que con esas herramientas su creatividad y su talento van a dar un salto espectacular.

Por su puesto todo esto es falso, soy el primero que reconoce la importancia que la tecnología actual ha tenido para el desarrollo del cine, si bien no se debe confundir nunca la herramienta con la obra. Muchas veces me he encontrado con auténticos fanáticos de las nuevas tecnologías que de tanto hablar de avances técnicos se acaban olvidando del viejo oficio de contar con imágenes, algo en esencia muy básico y que solo requiere de una herramienta, imaginación. 

Hace ya unas cuantas décadas un grupo de insolentes jóvenes franceses dieron una bofetada al cine “convencional” de su país y se inventaron, casi de la noche a la mañana, la “Nouvelle Vague”. Es curioso como estos emprendedores muchachos (algunos ya no tan muchachos) partieron, entre otras cosas, de un hecho casi banal. Empezaron a cargar en sus hombros unas cámaras de 16 mm de tamaño reducido y pensadas en principio para hacer documentales. Junto a ellas, equipos de sonido de pequeño tamaño consiguieron darles la movilidad necesaria para lanzarse a las calles y contar sus historias.

No hacia falta luz artificial, no necesitaban costosos decorados, los travellings y los complicados movimientos de cámara eran superfluos, el raccord era algo a abolir. En el fondo se trataba de tomar las calles y narrar sus inquietudes sin los impedimentos estéticos y de producción que hasta ese momento les imponían.

Me diréis entonces que la tecnología fue fundamental para que todo eso ocurriese. Por su puesto que si, no niego la importancia de todo avance, pero en este caso se unía además el talento que muchos de estos revolucionarios poseían (no meto a todos porque algunos se perdieron en la estética y se olvidaron de su oficio, contar historias).

Francois Truffaut (curiosamente el más clásico de estos vanguardistas) dijo en una ocasión que imaginaba un futuro donde los cineastas, con un equipo mínimo, podrían contar sus pequeñas historias a modo de diarios filmados donde volcarían sus inquietudes y su visión del mundo. Bien, ese futuro ya existe, hoy en día todos los cineastas que disponen de algo de tiempo y pasión por su oficio pueden contarnos sus historias, sus sueños y su visión de la realidad.

La pregunta que me hago es si toda esta tecnología puede comerse al cineasta y convertirlo en un simple técnico, o, dicho de otro modo: ¿qué pasaría si por ejemplo esta tecnología llegase a un perdido pueblo del altiplano andino donde un chico sensible y observador nos contase su visión de la vida y nos dejase a todos admirados con su talento? Esa puede que sea la gran revolución por llegar, cuando se unan talento y medios en los lugares más insospechados. Pero claro, inmediatamente me asalta otra duda, ¿quién, en ese futuro próximo, tendrá el tiempo y la posibilidad de ver esas pequeñas películas llenas de pasión y talento?...

Me parece oír al maestro Truffaut que me susurra al oído: “Tal vez no las vea nadie, pero es importante que existan”, estoy totalmente de acuerdo con él, ¿y vosotros?

EN DEFENSA DEL BOXEO

EN DEFENSA DEL BOXEO

Se que es inevitable la polémica, se que no gusta a los políticamente correctos, se que es motivo de mil y una infamias, pero yo, amigos, adoro el boxeo y siempre que pueda lo defenderé contra ignorantes y bien pensantes despistados.

Por razones obvias (mi nuevo proyecto cinematográfico se centra en este deporte) estoy más metido que nunca en el mundillo de las dieciséis cuerdas.

Desde que alcanza mi memoria he oído hablar de las gestas del boxeo, de los combates míticos y de los grandes púgiles que hacían las delicias de los aficionados, más tarde pude ver por televisión los primeros combates que se retransmitían después de largos años de sequía.

No dejó de fascinarme el espectáculo, era todo un ritual nuevo para mí, casi una escenificación operística y de paso el deporte más cinematográfico que conozco:

La salida de los contendientes con la música de fondo, la subida al ring, el locutor presentando las carreras y los “nombres de guerra” de los púgiles, los himnos que sonaban y, por fin, el inicio de la lucha. No conocía emoción parecida hasta entonces, quedé cautivado de por vida.

Se que para el lego en la materia todo esto puede sonar absurdo e incomprensible, pero quien ha experimentado las mismas sensaciones lo sabe, es una sensación intuitiva, no racional y difícilmente explicable.

No deja de sorprenderme la buena prensa que tienen las artes marciales en general, no dudamos de su valor educativo, de su belleza estética ni de la filosofía que las sustenta, pues bien, contaré un secreto a voces para el que no lo sepa:

El boxeo, o más concretamente el pugilato, es el arte marcial de occidente. Los griegos lo practicaban como ofrenda a sus dioses olímpicos, era tan místico como pueda serlo el Kung-fu o el Tai-chi.

De acuerdo, es cierto que todo eso se ha desvirtuado desde la época clásica, pero donde hubo algo siempre quedan restos. Sirva como ejemplo una frase que siempre repetía mi padre extraída de cuando practicó el boxeo amateur en su juventud, mi padre siempre me decía: “Mente fría, corazón caliente” (aplíquese a cualquier aspecto de la existencia porque se trata de filosofía Zen en estado puro).

El boxeo es una lección de vida, no me extenderé aquí en hablar de la matemática de sus movimientos, la belleza del rito o el ajedrez dinámico que se desarrolla sobre la lona. Simplemente os digo lo que a mi modo de ver enseña este deporte:

Hay que ser el más rápido y fuerte golpeando, pero, que nadie se olvide, también hay que ser el más rápido y ágil en esquivar los golpes del contrario...

 

¿Hay una lección más precisa?

 

RODANDO DE NUEVO

RODANDO DE NUEVO

Ni mas ni menos, la semana pasada este artesano de las imágenes que os escribe se echó su cámara al hombro y retomó un par de asuntos que se habían paralizado por las dichosas fiestas del consumismo, esas que llaman navidades.

El miércoles pasado volví a la acción con el proyecto de Publio,  mi compañero, amigo y sufridor de aventuras audio visuales. Está terminando el rodaje de su documental sobre los treintañeros en crisis entre los que me encuentro (no solo en crisis sino también en el documental). La cosa parece que ya toma cuerpo definitivamente y la verdad, tiene buena pinta, aunque no quiero pensar en la locura de montaje que va a tener el señor director para reducir ese material a una hora y media, acabará con un buen dolor de espalda de estar frente al ordenador editando.

Al día siguiente y sin más descanso que unas horas de sueño (siempre que ruedo duermo mal) retomé mi propio documental, se trata de un largometraje en el que seguimos la trayectoria de un boxeador que va a enfrentarse a su debút como profesional de este noble arte.

Allí estaban Publio e Illia (excelente fotógrafo y amigo) por la mañanita temprano, con cara de sueño y ganas de empezar a rodar.

Por una vez no rodábamos en el gimnasio, envueltos en los ruidos de los puños contra el saco y el vapor del sudor que empaña el Gimnasio Metropolitano a última hora de la tarde.

En esta ocasión nos fuimos a campo abierto (bueno, en concreto a un parque frente a las torres de Altamira). Allí tan solo teníamos que rodar a Miguel (el héroe de nuestra historia) y a Fede (su compañero de gimnasio). Simplemente debían conversar sobre los planes de futuro ante al debut así como de otros temas relacionados. Los chicos lo hicieron de maravilla con una naturalidad y un desparpajo que para si quisieran muchos que se hacen llaman “actores”. Además el tiempo acompañó, lucía un sol espléndido y no soplaba nada de viento (que nos habría jodido el sonido como tantas veces pasa). Publio e Illia estuvieron aportando continuamente y ayudando a la realización en todo momento, algo que siempre hay que destacar.

En resumen, uno se siente bien cuando está en lo suyo y aunque sea siempre con medios escasos y tiempo limitado no deja de ser un placer dedicarse a lo que realmente te llena, en el fondo los cineastas somos muy simples, ¡queremos rodar!

Y el debut parece que se acerca y el rodaje comienza su recta final y me dará mucha pena dejar de rodar pero mucho gusto empezar a montar y bueno, parece que todo va a despegar en este año…

En fin, querido espectador que te asomas a esta pantalla, cuando tenga un hueco te iré contando estas y otras aventuras relacionadas con este loco mundo del cine, hasta la próxima sesión.

EL DICHOSO JUGUETE DE LOS LUMIERE

EL DICHOSO JUGUETE DE LOS LUMIERE

A finales del siglo XIX  los hermanos Lumiere (apellido premonitorio) inventan el cinematógrafo y empieza una nueva era, la de la imagen en movimiento, son los balbuceos de un nuevo arte, el cine, en un principio simples postales en movimiento que no pasan del minuto de duración.

Tras ello toda una historia fascinante que va desde la creación del dichoso juguete, que nos enamoró a todos los que veneramos la imagen, hasta el video digital que actualmente está en pleno desarrollo.

Los “intelectuales” y demás miopes mentales de la época no apuestan un céntimo por el artefacto de estos hermanos al que califican de “curiosidad científica” sin futuro. Para ellos se trata de un trasto destinado a las barracas de feria para goce de niños e iletrados fácilmente impresionables.

Cuán estúpida es la arrogancia, de todas ellas la arrogancia intelectual es la peor. Estos “genios futurólogos” no se dieron cuenta de un pequeño detalle, el ser humano lleva muchos más siglos contando historias con las imágenes que con el lenguaje escrito. De las pinturas rupestres a los capiteles de las catedrales románicas, pasando por los jeroglíficos egipcios, la gente está mucho más acostumbrada a ver que a leer.

Era evidente que la nueva técnica se usaría para narrar con imágenes, algo tan antiguo como el mismo hombre. Así nació el cine y más de un siglo después aún tiene mucho que contarnos…   

En este blog os hablaré del surrealita modo de vida que lleva un realizador independiente y en paro, situación ineludible para seguir rodando. Y es que la vida es eso, rodar y rodar, rodar y rodar.

Acomoda tu trasero en la butaca y disfruta, la pelicula acaba de comenzar...